¿Se entrena Clark Kent para ser Superman? ¿Se entrena Peter Parker para ser Spiderman? ¿Se entrena Trapito para ser Barovero? Claro que se entrenan. La noche del 27 de noviembre del 2014 Marcelo dejó de ser un Trapito para convertirse en Barovero. Fue instinto, fue suerte, fue destreza, pero fue todo eso y mucho más. A los tres minutos de partido el arquero se sorprende teniendo que reaccionar ante un tiro penal. Tres minutos. El rival de toda la vida. Ese al que nunca jamás se lo pudo vencer por copas internacionales. ¿Qué se hace ante ese panorama? Siendo arquero y estando a 12 pasos del fracaso o del éxito, en una ocasión en la que no se puede fallar.
Esta de verde y agazapado. Por más que defienda el rojo y el blanco se vistió de pasto, porque este superhéroe no entendió nada de marketing y se le olvidó hacerse un traje con colores que destaquen. 60 mil almas en silencio aguardan el desenlace. Es él y 60 mil personas. Es él y River. Es él y el mundo.
Barovero vuela sobre su palo izquierdo y alcanza a desviar el remate. Tres minutos. Éxtasis. En su indisciplina de superhéroe poco convencional alcanza a levantar un dedo. No dice más. Barovero le acaba de atajar a Emmanuel Gigliotti uno de los penales más recordados en la historia de los Superclásicos. Barovero acaba de mandar a Gigliotti a China. Barovero acaba de empezar a ganarle a Boca, al rival de toda la vida en la competencia en la que no le ganó en toda la vida.
El genio no deja nada librado al azar y como Barovero de genio tiene todo menos la apariencia, se entrenó. Su equipo jugaba el partido más importante del año y él creyó que era oportuno evaluar cómo pateaban los penales sus rivales. Tres minutos. No vio un video previo a una tanda de penales ni le soplaron desde atrás del arco hacia dónde solía ejecutar su rival.
¿Cómo hizo? ¿Cómo hizo el superhéroe alternativo para estampar su mano contra el balón y desviar el remate? Él lo contó como si estuviera revelando un simple detalle. Pero no, estaba explicando más que un detalle. Estaba narrando el suceso que cambió la historia.
No volará como Superman, pero si se entrenara para hacerlo. Pasaron siete meses para que Barovero explique cómo hizo para ser ídolo, bandera y emblema del club que dejó hace pocos días: “Lo habíamos estudiado a la mañana” dijo. Barovero lo estudió todo.
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