Por: pacoandujar
Cuando Zinedine Zidane, que en aquel entonces entrenaba al Real Madrid Castilla, fue designado para apagar el fuego provocado por la mal lograda gestión de Rafa Benítez en la casa blanca, nadie se imaginaba lo que sucedería en la entidad de Chamartín.
Zidane llegó en medio de una crisis de identidad futbolística merengue y el grueso del entorno futbolístico argumentaba que sería incapaz de revertir las dificultades que esto representaba pues su nula experiencia entrenando en primera división sumada al hecho de tener que dirigir uno de los vestuarios más complejos (si no es que el más) del orbe balompédico representaban argumentos suficientes para que muchos pronosticasen un fracaso rotundo.
Todo aquel que pronosticó lo antes descrito ha tenido que comerse sus palabras, Zizou llegó a ocupar el banquillo merengue con la misma clase con que controlaba el balón en el medio campo galáctico, enfundado en la camiseta blanca con el dorsal número 5. Revirtió el mal paso en aquella Liga y quedó a un punto del Barcelona habiendo tomado a los blancos cuando estaban 13 puntos por detrás; esa misma temporada llegó la primera gloria europea para “El mago” francés, plantó a su Real Madrid en la final de la Champions y ganó la undécima Copa de Europa para las vitrinas del Bernabéu, derrotando al Atlético de Madrid en Milán.
Una temporada después, su primera temporada completa, Zizou alcanzó el éxito por cuenta doble, conquistando la Liga y el bicampeonato de Europa venciendo con un amplio margen a la Juventus en Cardiff.
En la temporada que está por concluir para el Real Madrid en Kiev, Zidane ha vivido sus tiempos más revueltos, los fracasos de Liga y Copa del Rey han puesto al francés en la mira de la prensa siempre ávida de polémica. Contra todo fracaso y presión el argelino más francés de la historia, ha logrado llevar al Real Madrid a su tercer final consecutiva en Champions, hecho hasta ahora insólito desde que se juega dicha competición con el nuevo formato.
Zidane, fiel a su estilo a sus creencias y a su grupo ha logrado lo que ningún otro entrenador ha conseguido antes, tres finales de Champions seguidas en dos años y medio en el banquillo de un equipo de elite, y está en la antesala de conseguir un tricampeonato merengue que sin duda alguna marcaría la historia de la competición de clubes más linda del planeta fútbol.
Su 4-3-3 con la otrora inamovible “BBC” ha mutado a un 4-4-2 mucho más solido y equilibrado, y mucho de ello obedece a los momentos que atraviesan dos de las tres piezas del tridente que anteriormente se antojaba intocable. La disposición táctica y la propuesta futbolística del conjunto blanco puede representar el antídoto para el “Hevy Metal” del Liverpool de Klopp.
Ha llegado el momento, mañana en Kiev, la final de UEFA Champions League representará un choque de estilos y de historias, la de Zidane que hasta ahora ha cumplido con la premisa que dicta que “Las finales deben ganarse, como sea” y la de Klopp a quien la gloria europea se le ha resistido en los banquillos, habiendo perdido una final de Champions con el Borussia Dortmund y una de Europa League enfrentando al Sevilla ya como entrenador del Liverpool.
Mañana es el día, la vida en 90 minutos y Zidane puede seguir incrementando su ya fastuosa leyenda.
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