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El laberinto del Barcelona

Richard Ford escribió: “Lo que en realidad queremos es llegar a ese punto en el que el pasado ya no nos diga nada acerca de nosotros mismos y podamos seguir adelante”. La situación actual del Barcelona es una paradoja: entre más angustiado está por dejar de compararse con otro equipo que fue, más lo añora.

Hay resultados accidentales que la prensa se encarga de dimensionar en crisis. El partido del Barcelona frente al PSG no es el caso. Lo que llama la atención no son los cuatro goles o el mal partido de Messi, sino que el equipo de Luis Enrique perdió en el campo ante un espejismo de ellos mismos. Y lo peor es que se veía venir.

“Gerard Piqué es quien nunca pierde lo que, después, Messí, Luis Suárez y Neymar casi siempre son capaces de ganar”, escribió Albert Morén en diciembre del año pasado de forma muy atinada y tal vez como una advertencia, la cual para el entrenador, si alguna vez estuvo consciente de ella, no tenía mucha importancia.

Tampoco pretendo ser tan simplista para afirmar que porque Piqué no pudo no perder lo que después el tridente no pudo ganar, el Barça perdió en el Parque de los príncipes. Ya se sabía que Sergi Roberto, eventualmente, iba a tener complicaciones en una posición que no es naturalmente la suya, a pesar de tan buenas actuaciones – con equipos condescendientes – , Busquets venía padeciendo el abandono del juego compacto que les caracterizaba y la duda del entrenador entre Rakitic, André Gomes y Denis Suárez no hacia otra cosa que desestabilizar al equipo mientras se justificaba con la supuesta capacidad de ser un equipo adaptable a distintos sistemas y rivales.

La banca no ha servido como revulsivo, incluso ante el PSG fungió más como un controlador de daños inútil que como una solución. De los suplentes parece esperarse que den buenas actuaciones en las primeras fases de la Copa de Rey o ante un rival accesible en la liga y nada más. Lo cual exhibe una pésima dirección deportiva y una preocupante visión táctica de Luis Enrique.

El Barcelona está ante un reto inmenso pero no desconocido. Ha habido otros tiempos en los que se ha encontrado en una crisis de identidad similar, aunque haya sido derivada por otras circunstancias, y ha salido a flote retomando sus orígenes. El problema es que todo parece indicar que se alejan cada vez más de ellos, no sólo de manera deportiva, sino institucional.

Rafa Cabeleira, barcelonista declarado y destacado columnista, aseguró que el Barça se presentó en París creyéndose el Madrid por la soberbia confianza con la que jugaron “a nada” – insisto: ¿se puede jugar a nada? – “y el resultado no pudo ser más previsible: la catástrofe”. Cualquier optimista diría que perder ante un espejismo de ti mismo, enfocándolo bien, puede ser de ayuda. Tal vez lo que necesita el Barcelona es dejar de compararse con lo que fue y enfocarse en ser lo que tanto añora, lo que alguna vez fue.

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Written by Miguel Lapuente

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