Entre todas las cosas que ha traído el auge de las redes sociales, hay una en particular que me llama mucho la atención: la nueva forma de cubrir el futbol: inventar contenido en base a fotografías o “Likes” que dan los deportistas a publicaciones que, según la prensa deportiva, son mensajes subliminales (o no) sobre sus relaciones personales o futuro profesional.
Hace unos días quedé sorprendido por el escándalo que causó una foto publicada por Neymar en Instagram. En la foto, el brasileño aparece acostado boca abajo, sosteniendo su mentón, pensativo, como si estuviera tratando de encontrarle sentido a la vida. Uno de los encabezados decía:“La enigmática foto de Neymar en Instagram: ¿en qué pensará?”.
Para los medios, la foto era una noticia trascendental porque el futuro de la estrella del Barcelona está en el aire debido a la intención del PSG de pagar su cláusula de rescisión estipulada en 222 millones de euros y llevárselo. Claro, todo esto no sería posible sin la intermediación del padre de Neymar, quien considera que su hijo no es valorado en el Camp Nou y buscar nuevos aires sería lo más adecuado para él y su cartera (la del padre). Y bueno, la foto, repito, esa donde aparece el jugador con semblante de filósofo, era un claro mensaje: “es verdad, lo está considerando”.
El domingo, Gerard Piqué sorprendió a todo mundo e incendió las redes sociales (término muy popular estos días) cuando publicó una foto en la que aparece abrazado de Neymar en la que escribió: “Se queda”. El mensaje era claro, contundente. Por un momento, esta nueva estrategia de publicar fotos en redes sociales se convirtió en una nueva forma de emitir comunicados (no oficiales). Días después tuvo que salir Piqué a decir que el mensaje era una suposición personal sobre el futuro de su compañero. Una estrategia, pues.
Entre todo esto existe otra tendencia periodística que se basa en adelantar fichajes a través de las redes sociales, que no es otra cosa que pretender exhibir una imagen personal de influyente. Porque de qué otra forma se podría demostrar que se tienen contactos con altos dirigente de los clubs, agentes y jugadores, si no es adelantando fichajes en Twitter. O de plano, haciéndolos públicos en programas con un alto nivel de rating.
Estas noticias (es un decir) suponen contrataciones y lo hacen sin ningún tipo de pudor periodístico. Eduardo Hernández Castro, reportero del diario El Economista y colaborador del sitio Cámara Húngara, realizó un análisis de este fenómeno en la prensa mexicana y lo describió como: “Los fichajes son los originales fake news que tanto puso de moda Donald Trump. Y al menos en el periodismo mexicano significa clics… aunque al final del día la noticia no sea cierta”.
Me da la impresión de que estas prácticas han tenido tanto éxito no sólo por el impacto de las redes sociales, sino por una especie de síndrome de abstinencia que surge cada verano, tiempo en el que vemos menos partidos, menos goles y la ansiedad por conocer qué jugadores van a conformar el plantel de nuestros equipos crece. Y con algo tienen que llenarse los programas deportivos.
Mi postura sobre este fenómeno, creo, está implícita en las líneas que acaba de leer. Pero hay algo que no me deja de preocupar: cada vez hablamos menos de futbol mientras hablamos más de futbol. Ni hablar. Seguiré reflexionando sobre esto, acostado boca abajo, sosteniendo mi mentón, como aquella imagen de Neymar.
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