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La Fiesta del Futbol

Llegó el gran día, para muchos soñado, para otros no tanto, y es que ¿a quién no le gustaría pelear un título contra su acérrimo rival y festejarlo? Pero, a quién le gustaría estar del lado de la derrota? Se espera lo mejor de ambos equipos y no porque fueran los punteros en casi todos los aspectos: tabla general, goleo, mejor defensiva y claro, la asistencia a los estadios, sino porque por primera vez, disputarán un título entre sí. Y en este momento, no hay mejores equipos que los de esta ciudad.

Comencé a ir al estadio de Tigres en 1999, cuando el equipo tenia de ídolo al gran Claudio el “Diablo” Nuñez en el ataque y Robert Dante Siboldi en el arco. Todavía no era aficionado al equipo, pero tras esa temporada y la del verano 2000 obtuve mi primer playera, la cual sigo guardando con gran cariño y recuerdo. Asistía al estadio con el Hermano de mi papá y mis dos primos, ya que el hermano de mi papá es Tigre y quería llevar a sus hijos al estadio y me invitaba a mí también; a partir de esa fecha  puedo catalogarme como un Tigre de corazón; he vivido muchos altibajos y siempre he estado ahí con la fiel esperanza, temporada tras temporada, de ser Campeón.

Hay varios clásicos que me han marcado mucho y uno de ellos es el 6-3 en el Tecnológico, aquel 26 de febrero de 2000, y que posteriormente fue invalidado por el caso Osmar Donizete. Había sido una tremenda goleada, y en su propia casa.

4 de junio de 2003. Aquella trágica Semifinal del famoso “Kleberzazo” la sufrí porque era abonado y fui con mi papá, que es Rayado. Fue una humillación. Esos dos errores de de Óscar Dautt y Kleber Boas me causaron una de las mayores decepciones.

Pero en el Apertura 2004 llegó mi “revancha”: en el Universitario, los Tigres derrotaron a los Rayados por un marcador de 6-2, con una gran actuación de Néstor el “Cuqui” Silvera y Walter el “Divino” Gaitán, un 21 de agosto de 2004. Lo recuerdo porque se jugó un día antes de mi cumpleaños y recuerdo decirle a mi papá que el regalo que quería era ir al estadio.

Y claro que estos dos clásicos que se avecinan quedarán marcados de por vida, en la mente y corazón de cualquier aficionado. Es una Final. Ganar o morir. Habrá que aguantar cualquier tipo de carilla y esperar a tener otra Final para la revancha.

Esta Final representa mucho para ambas aficiones por lo que se definirá: un título. Sin embargo, debemos aprovechar y agradecer porque somos priviliegiados de tener la oportunidad de ver este partido histórico. Así que a disfrutar del espectáculo que el Futbol nos ofrece en esta ocasión histórica para la ciudad y los clubes. Que ruede la pelota y que el destino marque cuál será el resultado final de este partido histórico.

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Written by Staff

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