En el futbol, donde todo se trata de erradicar el constante fracaso, el Cruz Azul se ha posicionado como uno de los aspirantes más grandes tras años y años en los que además ha sumado burlas y desprestigios. Su identidad no es la de un equipo mediocre, sino la de un equipo importante y de tradición que se olvidó de ganar y se aferró a la derrota, haciéndola un valor, durante casi 20 años, habitual.
Los cementeros han experimentado la derrota en todas sus formas posibles. Ya no se trata del cómo. Se trata de que pierden. Se trata de su imposibilidad de ganar algún torneo – que no sea la Conchachampions – ni por accidente. Se trata de que hubo ocasiones en las que, pareciera, no les arrebataron el título, sino que lo regalaron. El Cruz Azul ha perdido tanto que ganar representaría un reto mayúsculo de readaptación.
En una crisis tan profunda han decidido apostar por técnicos de la casa que no han logrado hacer algo excepcional y por otros que por su temperamento, pensaron que lo lograrían, pero al final de cuentas la cuenta salió igual. Ahora apuestan por Paco Jémez, entrenador que nunca ha entrenado en México y su temperamento no se basa en hacer caprichos y desfiguros, se basa en la fidelidad a una ideología con la que puede ganar, perder, pero a la cual nunca podría traicionar.
Para explicar quién es Paco Jémez, yo no soy el más indicado. Para eso tendrían que leer a Enrique Peinado. En una entrevista que le hizo el periodista español para la revista Líbero, el nuevo entrenador del Cruz Azul dejó unas respuestas reveladoras que hoy sirven para conocerlo y entender la decisión de la directiva.
“Me interesa más el cómo. En futbol de alta competición es difícil encontrar a alguien que se enfade por no jugar bien cuando el resultado es bueno. Parece el que el resultado lo enmascara todo. Jugar mal y ganar parece válido. A mí no me gusta esa idea. Yo quiero que mi equipo gane mereciéndolo”.
“Sobre todo se gana en los malos momentos, en los buenos es fácil escoger caminos, pero en los malos decidir no cambiar es difícil”.
“Más que a los equipos a los entrenadores – sobre si a un equipo se le mide por sus convicciones. Si algún día me echan me tendrán que echar pero habré hechos las cosas como yo quiero. O incluso como quiere el público”.
“No soy de los entrenadores a los que les gusta obligar a los jugadores a hacer las cosas porque sí. Y hay veces que ese método es el mejor: se hace así porque lo digo yo. Pero prefiero convencer a la gente. Lo que haces en el campo es por algo y si no lo haces o lo haces mal nos repercute a todos. Obligando a la gente se consigue ese convencimiento poco tiempo. Si convences es cuando los jugadores pierden el miedo a fallar. Los cambios en el 7, el 10 o el 90 jamás los hago por un error. Sí porque no haya hecho lo que le dije que tenía que hacer…Me puedo equivocar en la convocatoria o la alineación, pero no me puedo equivocar manteniendo en el campo a alguien que no es el adecuado”.
“Prefiero un jugador que me llega a la banda 10 veces y me pone un centro bien que el que llega una y te mete un buen centro. Por dinámicas de equipo. Si el equipo ve que un tipo va y va y lo intenta mil veces, arrastra a todo el equipo”.
El mismo Enrique Peinado aseguró que desde la llegada de Paco Jémez al Rayo Vallecano, la afición se comenzó a sentir orgullosa de lo que pasaba en el “verde”, se sentían orgullosos de lo que eran. Si Paco Jémez triunfa en el Cruz Azul será porque hizo sentir a los cementeros orgullosos otra vez, y en una de esas, hasta gana.
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