Los Astros vencieron de visita a los Dodgers en el Juego 7 de la Serie Mundial y consiguieron el primer trofeo en sus 56 años de historia.
Tal vez el último capítulo de la serie entre Houston y Los Angeles no fue el espectáculo dramático que muchos esperábamos después de seis juegos cargados de energía, volteretas, extra innings y home runs, muchos, muchos home runs, sin embargo, el marcador final dio como resultado un momento histórico para la ciudad de Texas.
Antes de que iniciara el Juego 1 de la Serie Mundial e incluso después de que terminara con resultado a favor de la novena angelina, el sentimiento general entre los aficionados al beisbol era que los Dodgers finalmente acabarían con su sequía de 29 años sin campeonar.
Pero luego del gran regreso y el despertar de los peligrosos bats de Houston en el Juego 2, muchos (y me incluyo) pensamos que José Altuve y compañía no iban a desaprovechar esta valiosa oportunidad.
Simplemente había algo en sus miradas, se podía sentir la energía, la seguridad de que tenían lo necesario para superar al equipo con más victorias (104) en la campaña regular, digo, ellos no lo hicieron nada mal y consiguieron 101 triunfos, un número bastante decente.
La historia del primer trofeo de los Astros se escribió desde el primer inning, cuando le anotaron dos carreras a Yu Darvish, quien un inning más tarde permitiría tres carreras más y saldría del juego habiendo sacado sólo cinco outs por segunda ocasión consecutiva en aperturas de esta Serie Mundial.
Nadie mejor que George Springer, elegido merecidamente como el Jugador Más Valioso de la Serie Mundial, para encabezar la incansable ofensiva de los Astros, pues con su doblete y home run en los primeros dos innings prácticamente ya le estaba asegurando la victoria a su equipo y a los miles de aficionados que esperaban ansiosos una razón para celebrar.
Para quienes tengan poco de seguir la MLB, seguramente les ha de sonar como algo normal el hecho de que Houston aparezca como uno de los equipos favoritos y más fuertes en la Liga Americana, pero la verdad es que esta nueva “cara” de los tejanos es el producto de muchos años de fracasos y campañas para el olvido.
Hasta hace unos cuantos años, los Astros bien podrían haber sido el peor equipo de la MLB en cuanto a ratings y atracción de espectadores. Como prueba están los estudios de rating realizados por Nielsen en los 2013 y 2014, donde exactamente 0.0 personas prendieron el televisor para ver un juego determinado de la temporada regular.
Y no era para sorprenderse, pues no había muchas razones para voltear a ver a los ahora campeones. Ya era normal ver que terminaran con marcas de más de 100 derrotas al final del año. Sin embargo, fueron precisamente esos dolorosos años de fracasos y humillaciones lo que les ayudó a los Astros a reinventarse.
Si no hubiera sido por esos años desastrosos la novena tejana probablemente no se hubiera hecho de los servicios de George Springer y sus 34 home runs y 84 carreras impulsadas como primero al bat en el 2017, sin contar, claro, su extraordinaria actuación en la Serie Mundial.
Si no hubiera sido por las 106 derrotas en el 2011, los Astros probablemente no hubieran podido conseguir a Carlos Correa y Lance McCullers.
Claro, eso no hubiera sido suficiente, también tuvieron que hacer movimientos inteligentes, contrataciones millonarias y la siempre necesaria “suerte de campeón”, pero esta organización demostró que aún por más malo que sea un equipo no significa que sea imposible conquistar el trofeo de la Serie Mundial.
Por su parte, los Dodgers eran la otra cara de la moneda, un equipo imponente, con un roster millonario, con años de temporadas positivas, con un bullpen efectivo, con 104 victorias en temporada regular, sin embargo, nunca hubiera podido predecir que su contratación estrella Yu Darvish iba a ser presa fácil para los Astros por una segunda vez.
Además, tampoco ayudó el hecho de que se fueran de 13-1 con corredores en posición de anotar y que dejaron 10 hombres en base, justo en el peor momento para hacerlo.
Pero el beisbol es así, no se puede predecir. Puedes armar todo un equipo destinado a ser Campeón y aún así fallar en la última instancia. Puedes ser un lanzador seleccionado varias veces al Juego de Estrellas y aún así fallar en las salidas más importantes de tu carrera.
Así es el beisbol y precisamente eso es lo que lo hace tan emocionante, entretenido y adictivo: su incertidumbre.
Como grandes personajes lo han mencionado antes, lo único seguro en el beisbol es que todo, absolutamente todo puede pasar hasta que caiga el último out.
No me queda más que felicitar a los Astros de Houston, a toda su afición (fiel y de moda), y esperar a que comiencen todos los rumores de contrataciones de la agencia libre, los juegos del Spring Training y finalmente, el primer canto de “play ball” en el Opening Day para repetir todo este apasionante viaje otra vez hasta la siguiente Serie Mundial.
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