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El futbol y la (des) memoria

Cuando se anunció la renovación de su contrato, Cristiano Ronaldo dejó una frase desconcertante: “El futbol no tiene memoria, pero tú sí – refiriéndose a Florentino Pérez – y el Real Madrid también”. Como una muestra de su descontento con las últimas críticas acerca de su rendimiento en el primer semestre de la temporada, el astro portugués decidió confrontar a uno de los valores más importantes del futbol – del deporte en general.

La memoria en el futbol sirve para comprender el presente y fantasear con el futuro – vaya cliché – , por eso etiquetamos a los jugadores como: “El nuevo Zidane”, “El próximo Ronaldo”, pero también el presente nos ayuda a contextualizar el pasado, la memoria al atrevernos a llamar a Matthias Sindelar el Messi de los años treinta y “El hombre de papel” – su apodo original – sólo se escucha en los cafés de Austria cuando los ancianos discuten si fue Hitler quien mandó a asesinarlo.

Una memoria prodigiosa no es garantía de inteligencia o de cultura, ya que ésta – lo aseguraba Umberto Eco – “es la capacidad de desprenderse de lo que no es útil o necesario”. Cuando hacemos memoria ejercemos una crítica personal sobre algún hecho o alguna persona. Recordar es una forma de debatir, las diferencias no dejan de ser interpretaciones, espacios en los que el vacío se encuentra con elementos de la memoria de otra persona que decidió por una razón u otra mantener vigentes.

Juan Villoro escribió que “La madurez consiste en saber que la magia tiene trucos, la sabiduría consiste en saber que los trucos tienen magia”. La memoria también es un proceso. Llegamos a un punto en el que rememoramos como la persona que ya sabe distinguir el truco sobre la magia al niño que lo único que veía era magia. El tiempo no garantiza sabiduría, maduramos cuando tenemos perspectiva.

En la memoria también hay imaginación. Los registros en video de lo que sucedió en el Maracanazo son escasos y eso no ha impedido que sea hoy en día uno de los partidos más discutidos. Obdulio Varela, personaje principal de aquel partido es un héroe y todo lo que sabemos de él es gracias a la literatura. Lo recordamos cuando leemos a Galeano, Valdano o a muchos otros.

La memoria también es esnobismo. Cuántas personas discutimos y comparamos jugadores que no conocimos. El hablar de un pasado que no vivimos y muchos descontextualizan nos legitima – o al menos eso creemos. Desestimamos el presente con el pasado con el fin de destacarnos a nosotros mismos.

Y también es inexistente. Y para esto sólo quedan los testimonios de los olvidados, como el mítico arquero de Boca Juniors, Américo Tesorieri, quien lo hizo en verso:

Las canchas me hacen penar,

porque ya no puedo jugar.

Entonces, mi bien a qué ir?

¿Recuerdas a un muñeco de gris?

Todos los aplausos eran para ti,

los golpes, los denuestos, para mí.

Escuchemos, querida, por radio el partido,

está muy fría la tarde,

y más frío el olvido.

¿El futbol no tiene memoria? Sí, sí la tiene, pero al final de cuentas, como dijo Borges: La memoria es individual/Nosotros estamos hechos/En buena parte, de nuestra memoria/Esta memoria está hecha/en buena parte, de olvido.

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Written by Miguel Lapuente

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