La llegada de los Juegos Olímpicos permitió crear esperanzas para la delegación mexicana, gran cantidad de los seguidores a este evento tenía el firme deseo de ser bicampeón olímpico en el futbol, mismo que se cayó a pocos días de haber comenzado la justa olímpica. Como era de esperarse se empezó a cargar de piedras las espaldas de varios atletas en la búsqueda de una figura emergente para el país.
Se inició en el tiro con arco, una disciplina que había dejado buenos dividendos en los pasados juegos en Londres, hubo un refugio muy grande en las flechas de Alejandra Valencia hasta su caída en el intento por colgarse el bronce, a ella se le vio como una ganadora sin premio.
Se vivió un ambiente de mucha tensión cuando llegó la primera semana y México seguía sin hacerse presente en el medallero, entre burlas de redes sociales hacia algunos deportistas y federativos, se acercaba la gran posibilidad de llegar a deportes donde el país azteca ha impuesto respeto desde hace casi tres ediciones de los JJOO, el tae kwon do y los clavados.
Tomando en cuenta que la disciplina de las patadas y los puños en nuestro país carece de una falta de repetición de ciclos olímpicos donde sólo destaca la participación de María del Rosario Espinoza quien participa por tercera ocasión en dicho evento, los clavados contaban en sus filas con dos elementos de amplia experiencia en las instancias finales de estos eventos; Paola Espinosa y Rommel Pacheco.
Ellos han tenido tanto en común: comparten el mismo deporte, compartieron una relación y compartían sus cuartos juegos olímpicos de forma consecutiva. Era más que evidente que ante la falta de figuras que pudieran darle triunfos inmediatos, los ojos de los seguidores mexicanos recaerían en ellos.
En el trayecto a la participación se atravesó Misael Rodríguez, un joven boxeador que le daba la certeza a la delegación de haber conseguido una medalla aunque aún sin saber de qué material sería. La incertidumbre del valor de esa medalla seguía generando presión en ambos atletas.
A pesar de haber sido una pareja muy dispar en cuanto a resultados olímpicos donde Espinosa había conseguido dos medallas por ninguna de su ex pareja, Pacheco Marrufo, primero en participar de forma individual, era el último campeón mundial de su especialidad e imponía cierto tras su llegada a la final de manera cómoda.
Nerviosismo y falta de concentración en sus clavados cederían rápidamente los primeros puestos, los cuales nunca pudo alcanzar teniendo que conformarse con un séptimo lugar, fuera del podio y alejado de algún puesto que se esperaba tras ganar haber ganado el mundial seis meses atrás también en Brasil.
Misma fórmula para Espinosa Sánchez, quien en su participación individual tuvo constantes problemas para efectuar sus clavados, principalmente por la alta complejidad de los mismos, al final se quedó tan cerca de conseguir su tercer presea en su historia como olímpica, quedándose en el cuarto lugar y muy inconforme con las calificaciones por parte de los jueces.
Para los personajes de pantalón largo pudo haber sido un fracaso, para algunos jueces del sillón también, sin embargo cada momento es diferente, las emociones de los deportistas fluían entre la desesperación de darle la solución a una Federación, a una CONADE y también por qué no, a un país que como en muchos otros aspectos sociales, ha buscado a veces una justificación y en otras un refugio para sacar la frustración de lo que carece día con día, las ganas de seguir tras verse derrotado.
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