La gran renovación del mítico estadio brasileño que se realizó para recibir el Mundial 2014, las Olimpiadas 2016 y los Paralímpicos costó cerca de 500 millones de euros. Tres años después, los equipos de futbol que jugaban en él: Flamengo y Fluminense lo han abandonado por el alto costo de la renta y las instalaciones lucen en un mal estado.
Cerca de 7 mil asientos han sido removidos.
La compañía que administra el estadio, Maracana SA ha señalado a los organizadores de los Juegos Olímpicos como los responsables de los daños y ha manifestado que ellos son los que deben reparar los daños.
“Para el futbol en Río de Janeiro y para toda la gente de Río, el Mundial fue lo peor que pudo haber sucedido”, declaró Rubens Lopes, Presidente de la Federación de Futbol de Río.
“Se tuvo que cerrar el estadio por tres años y sólo se puede volver a utilizar a un costo muy alto”, añadió.
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